CICLO VITAL DE UNA SONRISA
Nace, tímida, entre los chorretes que el helado de chocolate ha dejado alrededor de
su boca, cuando Elena acepta el reto, y comienza a bajar con la bici por la
rampa del garaje. Crece deprisa, apuntalada en el recuerdo de lo que le dijo su
madre cuando él se cayó de la suya el
domingo:
-No te preocupes Quique, tus paletos de leche
no son como los de tu hermana, pronto te saldrán los definitivos.
Alcanza su esplendor, luciendo su imponente
mella, al comprobar que la niña, además de los dientes, pierde la piel de las rodillas, la de los
codos, las gafas, y un montón de
lágrimas.
Cuando el padre descubre el contenido, íntegro, de la caja de
tornillos que creía perdida, diseminado a lo largo de la pendiente que conduce
al garaje, la sonrisa se extingue de la cara del pequeño, que encamina sus
pasos al refugio habilitado para estos casos bajo las faldas de la mesa camilla
del cuarto de costura.
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